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miércoles, 30 de enero de 2013

La vida es muy corta... ¡pero muy ancha!


Ojo, que solo queda un día para poder ver "Mejorcita de lo mío", de La Escapista Teatro, en el teatro Arlequín de Madrid. Y desde luego merece la pena hacerlo, por su frescura, por su naturalidad, porque en sus verdades sencillas somos muchos, o quizá más bien muchas, las que nos vemos reconocidas. Con un juego de metateatro, las risas están aseguradas desde el mismo instante en el que penetras en la sala de escena. Y al contrario de lo que muchos, incorrectamente, piensan, no por provocar sonrisas deja de ser profundo lo que nos cuenta su protagonista y autora, Pilar Alonso, una mujer que proclama sentencias tan contundenetes como que "la vida es muy corta... ¡pero muy ancha!", y que estoy segura que dará mucho que hablar.
La inseguridad en uno mismo, las mil y unas dudas que se nos presentan al cabo del día, la ansiedad que nos domina ante el malestar de los que nos rodean, y la desesperación que nos embarga si ese mismo malestar es el nuestro son algunos de los temas que se tratan en la obra. Pero a pesar de lo que pudiera parecer, los asistentes salen del teatro con una sonrisa en la boca. Mítica es ya para todos aquellos que la han visto la escena de "José Manuel". Si quieres conocer uno de los fenómenos teatrales de la escena madrileña de los últimos años, que poco a poco ha ido escalando de salas alternativas a teatros de mayor aforo, y a la vez quieres pasar un buen rato, no dejes de ir mañana 31 de enero a las 20:30 horas al teatro Arlequín de Madrid.

viernes, 11 de enero de 2013

Problemas de comunicación con "La lengua madre"


Me considero seguidora incondicional de Juan Diego desde que era pequeña, cuando visitó mi pueblo para rodar "Viaje a ninguna parte" y me conquistó como profesional y como persona. Después de ver anoche la obra "La lengua madre" esa devoción continúa, pero no porque a ello contribuyera en sí el texto de Juan José Millás. Y es que el montaje, más allá de la brillante y sentida interpretación del actor sevillano, me pareció aburrida aunque bienintencionada.
Me dio la impresión de que no acabé de captar el mensaje que el autor quería transmitir, que me quedé atrapada por una serie de chascarrillos que no acabaron de hacerme gracia ni me transmitieron idea alguna. Sacar varias palabras del diccionario, como "abúlico" o "abulense", e intentar hilar con ellas anécdotas y chistes no es precisamente el colmo de la diversión, en mi modesta opinión. Si lo que se pretendía era hacer una crítica a los mercados, a la dictadura de lo económico en la que vivimos actualmente, a través de una llamada de atención sobre la pérdida de nuestras formas de expresarnos, es algo que intuí pero que no acabó de impactarme. No sé si estaba distraída por los brazos de Hugo Silva, sentado a muy pocas butacas de distancia, o que me pilló en un día complicado, pero malo cuando en un teatro siento la irrefrenable tentación de mirar el reloj.